domingo, 5 de marzo de 2017

Qué más da, que me da lo mismo. No hay camino si no hay peregrinos



Vexu Kamin, Camino Olvidado, Ruta de la Montaña, Viejo Camino Olvidado o Viejo Camino de Santiago. Qué más da, que me da lo mismo. No hay camino si no hay peregrinos. Y es lícito que a cada uno le guste una denominación para referirse a este emotivo trazado, bien por estética, bien por sentimentalismo o bien... por más o menos rigor histórico. Pero una cosa si está perfectamente clara: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Qué acertadamente el poeta Antonio Machado nos abrió los ojos, incluso mucho antes de que alguien de los que vivimos el momento contemporáneo expusiera la idea de que por nuestras tierras, la Montaña Palentina, hace más de 1100 años, se trazaba una de las más importantes rutas de peregrinación, incluso superando en aquellas épocas a las peregrinaciones a Roma o Jerusalén, por razones obvias.

Palencia puede sentirse orgullosa. Pues nuestra provincia cobija bajo su seno el privilegio de ostentar dos rutas que cruzan la geografía provincial de este a oeste, y podemos decir claro y alto que ambas son paso imprescindible para llegar hasta el Santo del Atlántico: el antiguo y el nuevo, por supuesto me refiero al Camino de Santiago. Pero no puede haber un nuevo Camino a Santiago si antes no hubo uno antiguo. Por todos es conocido, y aceptado, que reyes de la época posterior al descubrimiento del sepulcro del Apóstol trazaron, más al norte del actual camino francés, la primera senda para llegar al Campo de la Estrella en aquellos incipientes años jacobeos españoles. Sin duda, el terror sarraceno, como así lo refieren los historiadores actuales, que durante los tiempos del IX, X y XI, siglos de profunda peregrinación espiritual, atemorizaba buena parte de la geografía nacional, endureciendo sus incursiones mortales en tiempos del ocaso del primer milenio con Almanzor al mando de las tropas musulmanas, imposibilitaba el peregrinaje por las sendas de la meseta castellana. En aquellos aciagos tiempos... hasta las incipientes iglesias compostelanas fueron profanadas por los moros. Por ello, en este contexto, hay que preguntarse por dónde caminaban en aquellos trescientos años de ímpetu penitencial los primeros peregrinos europeos e incluso nacionales para llegar a Compostela. La respuesta es, tal vez... por las rutas del norte de la península, pues gran parte de los peregrinos europeos llegaban a las costas cantábricas y asturianas en barcos o entraban por el País Vasco, Navarra... a pie, caballo, burro, carromato o como podían... recorriendo las innumerables rutas, sendas o calzadas romanas, y en ocasiones abriendo nuevas vías, que rodeaban la Cordillera Cantábrica, bien por el sur o bien por el norte de esta excelsa cadena montañosa, como defienden historiadores y estudiosos de esta romántica senda.

No es de extrañar que aquellos primeros peregrinos tomaran la decisión de acudir a venerar al Apóstol por rutas que estuvieran libres del terror morisco, aunque nunca exentas de peligros y otros avatares que de poco sirve analizar ahora. Los historiadores cuentan que Alfonso II, en el siglo IX, pocos años después del "descubrimiento" del sepulcro del Apóstol, según la crónica oficial, es quien inaugura la devoción por el camino peregrinal a Santiago, por supuesto desde Oviedo, capital del Reino de Asturias; conociéndose, hoy, aquel incipiente trayecto, que la comitiva del rey Casto recorrió para llegar hasta el santo sepulcro descubierto por el ermitaño Pelayo y el obispo Teodomiro, como el Camino Primitivo. Y aunque algunas de las más importantes fechas de acontecimientos históricos que marcan la linea del tiempo en la trayectoria de las rutas jacobeas hay que tomarlas con cautela  -y esto no lo digo yo, sino ilustres historiadores...-, en dicho aspecto, parece ser verdad aquello de que ciertos pasajes de la más famosa guía de viajes -el Codex Calixtinus- están metidos con calzador en la horma del zapato Calixtinus, demasiado ajustados. Y aunque  muchos años después nos apriete el calzado... demostrado queda que dicho códice fue la primera y más potente arma publicitaria utilizada para llegar a los oídos de más de medio millón de peregrinos, que durante los primeros siglos de su edición peregrinaron hasta Compostela, con todo lo que esto supone...

No voy a repetir aquí ni ahora los mitos, leyendas e historias que se suceden alrededor del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago, pues hay innumerables publicaciones que dan buena cuenta de ello. Pero si quiero llamar la atención sobre algo muy concreto: el poder que los textos del Codex Calixtinus y el boca a boca tuvieron en la "promoción" del Camino de Santiago. Y que nadie se escandalice por mis palabras, que no intento restar ni un ápice de espiritualidad al asunto. Pero si veo necesario poner un poco de pragmatismo y decir alto y claro que hay que recuperar nuestra historia, no solo para recordarla y archivarla en millones de bites en la gran nube de Internet, el big data actual, sino también como parte de una apuesta decidida para la supervivencia de nuestros pueblos. El Viejo Camino de Santiago es como un gran río que atraviesa el norte de la península de este a oeste, desembocando su devoción de agua lagrimal en Compostela. Este se alimenta de decenas afluentes que confluyen en su rama principal con riadas de peregrinos provenientes de diversas zonas, primordialmente del norte y este peninsular. Cómo río que es, el agua que fluye sobre su camino es vida y enriquece los lares por donde pasa. Sus riberas se llenan de verdor, fluye la vida de nuevo. Y la vida hace camino si no dejamos secar su cauce. Si no hay peregrinos no hay camino, si no hay camino... hay menos futuro y si no hay futuro para las personas... de poco sirve la historia y sus legajos, sino es simplemente para la añoranza de los pocos ancianos que van quedando en nuestros pueblos.

Todos somos peregrinos. Quién en algún momento de su vida ante un lugar, una iglesia, un monumento, un bello paraje, etc., no ha sentido la necesidad intrínseca de volver y volver al lugar, como si de un momento transcendental de espiritualidad mágico se tratara. En el trayecto jacobeo antiguo, nuestro "Viejo Camino de Santiago", se encuentran innumerables lugares donde la sensación antes descrita está a flor de piel. Impresionantes iglesias donde residen innumerables muestras del pasado peregrinal de nuestros pueblos, como la pila bautismal de Guardo con su misterioso mensaje labrado sobre su piedra, tal vez descifre algún misterio del camino, ¿quién sabe?, o las claves de la bóveda de la iglesia que la da cobijo. Restos de imponentes cenobios, como el de San Román de Entrepeñas, en Santibañez de la Peña, que nos indican la importancia que tuvo en tiempos estos lugares en el trayecto del antiguo camino. Lares que recorrieron miles de peregrinos -en aquellos primeros 300 años hasta que las autoridades decidieron asentar una nueva ruta- que sentían en lo más profundo de su interior lo mismo que ahora sentimos ante tanto patrimonio y tanta belleza natural que recorre el norte de la provincia palentina, siguiendo la estela del Sol y atravesando de este a oeste el más antiguo camino de las estrellas, camino que quizá Carlomagno no llegó a ver... pero seguramente que si a imaginar.

Personas como Julián González Prieto, autor del libro "Buscando el Vexu Kamin a Santiago", o José Fernández Arenas, con su libro "El Viejo Camino a Santiago", independientemente de la ruta o el trayecto que sugieren en sus obras o el nombre que asignen a tan bellos trazados, merecen todos mis respetos. Mi agradecimiento más profundo pues con ellos he aprendido mucho y han sido cruciales para la elaboración de este artículo. Y dicho esto, a parte de criterios, rigores históricos o versiones afrontadas, lo importante es aportar, como bien han hecho ellos con sus estudios y como bien están haciendo las asociaciones vascas, palentinas, leonesas, burgalesas... así como otros tantos colectivos y personas, como el bueno de Javier Castrillo, del que no me cabe ninguna duda de su apuesta decidida por poner en valor nuestro emotivo trayecto, ahora ya de todos. Pues un camino es aquel que sale de la casa del peregrino con intención de llegar a su destino. Es un buen momento, tal vez un momento histórico. Hoy tenemos los medios suficientes para expandir y hacer llegar en un abrir y cerrar de ojos hasta los confines de la Tierra, como diría un peregrino del medievo, nuestra historia. Solo hay que creer en ella, como creyeron en el siglo XII nuestros antepasados, los precursores del Nuevo Camino. Podemos volver hacerlo, no me cabe ninguna duda. ¿Me acompañas en este viaje? Te espero en el Antiguo Camino.

Para muestra... unas fotografías. Se hace camino al andar...

Eduardo Gutiérrez Pérez Más información: Viejo Camino de Santiago

Eremitorio de San Vicente. Cervera de Pisuerga

Ermita del Cristo. Guardo

Pila Bautismal Románica. Guardo

Monasterio de San Román de Entrepeñas. Santibañez de la Peña

Palacio Barroco. Guardo

Monasterio de San Román de Entrepeñas. Santibañez de la Peña

Monasterio de San Román de Entrepeñas. Santibañez de la Peña

Aguilar de Campoo

Aguilar de Campoo

Pisón de Castrejón

Pisón de Castrejón
Iglesia de San Juan. Guardo



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